La Semana Santa de León comienza el Viernes de Dolores en la iglesia románica de Nuestra Señora del Mercado, y alcanza su destino, la Dominica de Resurrección, bajo las pétreas sombras que proyectan las torres de la Pulchra Leonina.
Por eso, el quinto viernes de cuaresma, en los aledaños del alcázar mariano que se alza en la calle de Herreros, en pleno Camino Francés, la devoción popular se torna multitud que aguarda con impaciencia la salida de la ‘Antigua del Camino’, imagen anónima, sedente, datada en el albores del siglo XV, que sostiene al Hijo muerto entre los brazos.
El pulso de la fe y el latido de los siglos hacen posible esta estampa secular, que, cada año, y con fuerza inusitada, se reproduce con fidelidad en dicha festividad litúrgica. Una vez que la Sagrada Imagen alcanza los umbrales del templo, la arteria urbana es un sobrio temblor de claridades, un lugar apacible para el alma, un espacio para la consolación.
La emotividad que atesora la escena resulta conmovedora. De su veracidad nos dan cuenta los testimonios de Victoriano Crémer y Máximo Cayón Waldaliso, Cronistas Oficiales de la Ciudad, tan entrañados ambos en la transitada y conocida calle de Puerta Moneda. Los comentarios datan de 1960. Medio siglo después, su vigencia es visible y contrastable.
Crémer lo explica así: ‘Todos los años, la Virgen de mi Calle, se asoma a esa magnífica geografía humana, contenida en calles y plazas y callejas que tienen nombres permanentes: Carvajalas, Santa Cruz, Misericordia, Rúa, Herreros (…) Ésta es de esas imágenes, de esas representaciones, de esos símbolos, de esas procesiones que van siempre por dentro…’
Y Cayón Waldaliso, lo expresa de este modo: ‘Nuestra ciudad, conocedora de la bellísima historia y tradición de la Dolorosa (…) se volcará en esta piadosa manifestación de fe mariana en torno a la sacratísima imagen de la ‘Morenica del Mercado’ (…) Hoy, las miradas de los leoneses serán todas para la milagrosa imagen, que recibirá en nuestras calles la emotiva escolta de millares de mujeres leonesas’.
La procesión inicia su andadura a las ocho de la tarde. El itinerario es producto de la tradición. La cera y la plegaria alfombran la irregularidad del trazado urbano por donde discurre el cortejo penitencial, y laAzucena del Calvario, que es la única protagonista, es espejo donde encuentra alivio y consuelo la retina del alma. Cuando la noche cubre sus hombros con una esclavina morada, las MM. Benedictinas reciben la visita de la Virgen.
Es la primera estación que realiza esta singular manifestación de religiosidad popular. La capilla conventual se transforma entonces, y acaso más que nunca, en ciudadela mística. Bajo las bóvedas y las pechinas donde resaltan las armas reales de España y los escudos de los Quiñones, las voces blancas de las religiosas de San Benito componen un salmo que deviene en hontanar espiritual.
La segunda acaece ante el Cristo de la Victoria. El coro ‘Conde de Rebolledo’ interpreta un salmo polifónico en honor de esta ‘Virgen de los Dolores’, a la que, después, ofrendan un ramo de flores. La tercera parada tiene lugar en la Plaza de Santo Domingo. Allí, el coro compuesto por devotas y braceros conforma una oración comunitaria donde urgencia y temporalidad se diluyen sin remisión.
El 9 de febrero del año 560 se admite como fecha en que La Virgen se apareció a un pastor en el lugar donde se alza ahora una cruz de piedra en la Plaza del Grano. Abona la referencia un legajo de 1663. En la sacristía del templo parroquial un fresco recoge la escena. De lo que antecede se desprende que La Morenica del Mercado concentra devociones y fervores desde tiempos inmemoriales.
En consecuencia, puede afirmarse, sin ninguna duda, que la devoción que ha depositado, y deposita, el pueblo de León en ‘la Antigua del Camino’ desconoce mengua, fisura o menoscabo. Y, por supuesto, la feligresía en pleno. La cosa no es de ayer. Siempre fue así. Por ello, acaso haya aflorado con tanta fuerza en el alma popular ese deseo ferviente y manifiesto de que esta ‘Sacristísima Imagen’, denominada así por numerosos documentos parroquiales, sea declarada oficialmente Patrona de la ciudad de León.
Cada Viernes de Dolores, finalizados los actos litúrgicos del último día del novenario, que se lleva a término con una intención especial: la paz del mundo, a la vera del Camino Francés, al atardecer, concretamente, a las ocho de la tarde, en la iglesia de Nuestra Señora del Mercado y del Camino, la Antigua de León, comienza la Semana Santa de esta capital del Viejo Reino, una estampa secular que, como quedó dicho al principio, hacen posible el pulso de la fe y el latido de los siglos.
Máximo Cayón Diéguez
Guía de “La Sebe” 2010