Hace ya diez años que los promotores del colectivo Papones.es, conscientes del impacto económico de la Semana Santa en nuestra ciudad, se pusieron en contacto con la Universidad y la Cámara de Comercio de León con el fin de solicitar la elaboración de un estudio de mercado de la Semana Santa leonesa. El convenio fue firmado un año después, en enero de 2010.
Como todos sabemos, la Semana Santa atrae a León miles de turistas cada año que realizan una inversión económica importante. Aparte de ver procesiones, se alojan en hoteles, comen, beben, visitan museos, realizan compras… Todo ello supone un ingreso medio de unos 4 millones de euros en 10 días que suponen una inyección de dinero considerable para la ciudad.
La ciudad de León, por tanto, ha contraído una deuda con esta celebración: la ciudad no posee un monumento a su semana grande, excepto las pequeñas siluetas de Carlos Cuenllas que desde 2012 adornan las calles Teatro, San Francisco, Corta, Convento, Cid, Plaza Mayor y Plaza de Regla.
Pese a que han existido proyectos, nunca se han visto materializados y terminaron cayendo en el olvido. En 2017 (y a petición del propio Ayuntamiento leonés) se presentó una maqueta de un futuro monumento al papón, obra de Manuel López Bécker, en el transcurso del III Congreso de Cofradías y Hermandades celebrado en Murcia. ¿Qué ha sido de ese proyecto? ¿Ustedes lo saben? Nosotros tampoco.
Sin embargo, cuando se cumplen 90 años de la muerte del tristemente famoso Genarín, leemos con estupor que el Ayuntamiento leonés ha colaborado como institución en el tributo que se le ha rendido en forma de placa conmemorativa, realizada en el Centro de los Oficios, centro que depende del ayuntamiento.
Apadrina de esta manera una celebración que (lejos del ingenio y respeto con que se conmemoraba la muerte del pellejero cada Jueves Santo en sus primeros tiempos) se ha convertido en un macrobotellón que hace tiempo se fue de las manos y que, lejos de generar riqueza, hace que León se llene de borrachos que no saben quién fue Genarín (a quien califican de «santo»), que interfieren en la normal celebración de las procesiones (hablen con las hermanas de María del Dulce Nombre, que pueden dar fe de cómo alguno de estos simpáticos celebrantes arrojan vasos al suelo a su paso, sobre todo si aciertan a ver que alguna bracera procesiona descalza), atentan contra el patrimonio histórico (dense una vuelta por la iglesia del Mercado o la muralla, si es que aguantan el hedor de meadas y vomitonas) y dejan el casco antiguo en un estado lamentable (para muestra, el aspecto que presentan las plazas del Grano y Don Gutierre en la madrugada del Viernes Santo).
Todo ello con el consentimiento del Ayuntamiento, que sí, se ocupa de que las tareas de limpieza se realicen en tiempo récord, pero jamás ha movido un dedo por evitar todo lo que ocurre antes.
Quizá es que se agarran a eso de «Que hablen de uno, aunque sea mal». Porque si León sale en los informativos de todas las cadenas durante la Semana Santa, no suele ser para que se hable de su patrimonio artístico ni de sus cortejos procesionales. No. Sale, año tras año, como sede de la procesión del entierro de Genarín. Algo que a muchos nos saca los colores, pero que a nuestra corporación debe de hacerles mucha gracia.
Por eso colabora en la colocación de la placa homenaje a una celebración que les (nos) cuesta dinero. Sin embargo, parece que para nuestros políticos municipales la Semana Santa de León aún no se ha hecho acreedora de un monumento que agradezca los beneficios económicos que recibe la ciudad.
Creemos que ya hemos esperado bastante y que es hora de que el Ayuntamiento de la ciudad que tantos beneficios obtiene gracias a la Semana Santa se involucre activamente en un reconocimiento a esta festividad. Desde Portal Papones, pues, pedimos que la ciudad, en justa correspondencia, dedique un monumento como agradecimiento a la Semana Santa, la fiesta que tantos visitantes atrae a León y que muchos de nosotros vivimos de forma tan intensa todo el año.