Francisco Pablo autor de la Verónica. Apuntes para una semblanza

La autoría de las imágenes de la cofradía de JHS en León es fuente de continuas especulaciones debido a la falta endémica de documentación propia. Y no es asunto trivial para la valoración artística de la imaginería, a falta de otros criterios más objetivos. Al respecto se ha pasado por periodos de optimismo, durante los cuales se han sobrevalorado artísticamente las tallas, que han dado paso a otras fases de profunda frustración, en el que se presupone la nula calidad generalizada de toda la imaginería de la cofradía.

Este estado de ánimo es especialmente incisivo con las imágenes de finales del siglo XIX y posguerra, que se han devaluado de forma sistemática, con la complicidad indispensable de la falta de documentación en la cofradía que nos pudiera aclarar las circunstancias y el origen de estas tallas.

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Algo así ha ocurrido con la figura de la Verónica, de la que se perdió la memoria de su origen y cuando M. Cayón Waldaliso, buen conocedor de los entresijos de la cofradía, escribió su famoso libro ya se desconocía las circunstancias de su adquisición y autoría, sobre la elude pronunciarse, y aporta poco más que la fecha de su llegada a la cofradía en 1926[1]. Solo en el listado de pasos indica “de serie” y esa ha sido la opinión aceptada hasta la fecha.

 

En 1984 el escultor Luis Estrada realizó una restauración y limpieza a fondo de la imagen que proporcionó el hallazgo de una pequeña placa cuyo calco, realizado por la cofradía, reproducimos. Su leyenda: FRANCISCO PABLO ESCULTOR C. ALBORAYA, 36 VALENCIA, constituye un precioso documento para esclarecer algo más sobre esta querida imagen de la cofradía. Porque a pesar de obtener su autoría, la Verónica ha continuado en el infierno de “la obra de serie” o “de escaso valor artístico” para quienes han tratado sobre las imágenes de la Semana Santa leonesa y de nuestra cofradía en particular.

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¿Pero quién era este escultor?

Reconozco que esta peculiar situación de la imagen de la Verónica ha despertado mi curiosidad y no he podido, por menos, que hacer unas pesquisas con el fin de saber algo más sobre este escultor desconocido. En este primer rastreo se ha podido reconstruir una semblanza de su obra, solo muy a grandes rasgos, dado que el personaje resulta bastante escurridizo. Si bien es cierto que actualmente existen abiertas algunas líneas de investigación que podrían permitir recomponer más datos que ahora quedan en el aire.

Francisco Pablo empieza a ser documentado y, al menos, a tener cierta fama desde los años 20 del siglo XX. Es entonces cuando hace dos imágenes de la Verónica, una para León y otra para Daimiel, además de un Ecce Homo (Jesús y Pilato) y un San Juan para Jaén.

El encargo más importante que hemos documentado en este periodo coincide con la época en que trabajó para nuestra cofradía, cuando en Vélez Málaga restaura un magnífico Santo Sepulcro del siglo XVIII, realizando una compleja labor que alcanzó la astronómica cifra de 15.000 pesetas de la época. Los promotores no escatimaron elogios hacia Francisco de Pablo, como “gran escultor y mejor persona”, lo último debido a que la cofradía se vio imposibilitada de reunir tamaña cifra, por lo que el escultor, después de litigar unos años, perdonó la deuda tras la destrucción del paso en la guerra civil. Aún así, los cofrades malagueños reconocieron la gran calidad técnica del trabajo que había realizado en su paso y no dejaron de lamentar su pérdida.

La década de los 30 supone un inevitable parón debido a las circunstancias políticas del país, que se pasa a una intensa labor tras la guerra civil debida a la necesidad de “repoblar” de imágenes religiosas las iglesias y cofradías que fueron asoladas en la contienda. Francisco de Pablo, como otros coetáneos, debió vivir entonces su etapa dorada y deja imágenes en Ciudad Real, Toledo, Castellón y Valencia, trabajando tanto para iglesias como cofradías. En estos años hace varias vírgenes, imágenes titulares de cofradías y algunos conjuntos escultóricos, que debieron tener bastante buena acogida, puesto que es frecuente verle repetir encargos en las mismas localidades, fundamentalmente en Daimiel y Calzada de Calatrava (Ciudad Real).

De entre todos estos lugares, llama poderosamente la atención el caso de Daimiel, que vio destruida casi toda su imaginería, lo que obligó a volver a encargar muchas escenas de la pasión con el apoyo de algunos importantes mecenas. El aporte económico debió ser considerable y permitió la entrada de artistas de bastante prestigio, como Coullaut Valera, al que se encomienda la restauración de los pasos que se salvaron en la guerra o el sevillano Antonio Castillo Lastrucci para otros nuevos.

Y allí también trabajó Francisco Pablo lo que debe ser tenido en cuenta como un hito en su carrera que no se volvería a repetir, fundamentalmente por el logro que supuso colocar sus imágenes al lado de escultores de primera fila del panorama nacional. Así, en 1942 se le encargó volver a hacer dos imágenes destruidas en la guerra, la Dolorosa, imagen titular de una cofradía y la Verónica.

Las imágenes leonesa y la daimieleña son prácticamente idénticas, como da fé la imagen que traemos, aunque existen bastantes diferencias en el ropaje, mangas, cabello y posición de las manos que demuestran que no son imágenes de serie, sino que el autor ha reproducido el modelo que ya disponía en ambos lugares, haciendo algunas variantes. No sabemos si hubo de repetir por la avalancha de trabajos en su taller o bien a petición de los cofrades que desearían volver a tener una imagen similar a la que se destruyó.

Emilio Campomanes.