ME PARTES EL CORAZÓN, GENARIN

Leo el comunicado que la “Cofradía de Nuestro Padre Genarín” emite con motivo de su próximo entierro, de este año 2017 y se me parte el corazón. De verdad, no puedo por menos que expresar cómo me ha llegado tan profundo.

Un comunicado que rebosa compromiso, por los cuatro costados y se alinea con la protesta popular contra las inminentes obras de remodelación de la Plaza del Grano. Contra esa injusta reforma que pretende… No saben muy bien el qué, pero bueno. El caso es que este año Genarín no hollará los sacrosantos cantos de la plaza del Grano. En un arranque de compromiso sin precedentes y que deja sin aliento al más pintado.

Y me toca el corazón ver cómo los seguidores de Nuestro Padre Genarín rebosan solidaridad con el Patrimonio –con mayúsculas– de esta ciudad por sus cuatro costados. Me asoma un copioso lagrimón al asistir a la injusticia. Sí señores, injusticia, que hemos cometido contra los “hermanos y hermanas” de esta santa Cofradía. Por cierto, qué bonita palabra “hermano”. Injustamente tachados de ser responsables del botellón que se celebra en la noche de Jueves Santo, dicen allí. Y me cuesta mantener la emoción, llegado al final del comunicado, al leer las palabras “respeto y amor por nuestra plaza del Grano”.

Pero lo que más me llega al alma es la cara tan dura de un colectivo que ahora pretende ser lo que nunca ha sido. Ni lo quiso. La hipócrita manera de escamotear su responsabilidad en el inmenso botellón en que han convertido a la ciudad durante el acto que ellos promueven. Como si no supieran nada de dónde ha aparecido, como si no fuera con ellos. Como si durante años no se hubiera visto cómo amenazaba con irse de las manos, hasta que, efectivamente, se fue de las manos. Porque el botellón no apareció un año de golpe y porrazo. Lleva años o décadas gestándose.

Pues sí, los organizadores tenéis la responsabilidad y toda la responsabilidad de lo que ha ocurrido en esa noche. Jamás movisteis un dedo por reconducir la situación o por poner un límite a los desmanes. Bien al contrario, hace años os hinchabais viendo la muchedumbre que se congregaba en el Entierro de Genarín, os ponía mucho vuestra capacidad de convocatoria.

Y ahora resulta que es injusto que os acusen de algo que ocurre en esa noche. Claro, ahora que se ha ido de las manos.

Quizá la Cofradía hasta derrame alguna lagrimilla –la del cocodrilo al devorar a su presa– por el vecindario que se pasa la noche en vela, que debe reparar destrozos en sus portales, limpiar meadas y vomitonas. Ah, no. Espera, que se van a otro vecindario a dejar sin dormir a otros vecinos y a mearse en sus portales. En fin. Vamos, la cofradía es de un sincero que deja sin aliento.

Qué oportunismo aparecer como paladín de esa plaza y del Patrimonio leonés. Una “Cofradía de Genarín” que precisamente ha contribuido muy señaladamente a degradar la Plaza del Grano convirtiéndola, año tras año, en un estercolero durante su acto principal. Repleta de basura, vómitos y orines. Es una curiosa forma de demostrar el amor, que dicen sentir, por la Plaza del Grano.

Y es paradójica la forma de “estar a favor” del Patrimonio leonés cuando tras esa noche la iglesia del Mercado aparece rociada de delante a atrás de meadas y vómitos. Que ya sé que la Cofradía no es muy de temas religiosos –sino al revés– pero resulta que el templo es románico, del siglo XII, declarado Bien de Interés Cultural y en el Camino de Santiago. Vamos, para vuestra información es Patrimonio.

Eso, por no hacer un repaso de daños en el resto del Patrimonio de la ciudad en el recorrido de la procesión, incluida la muralla. Que yo no voy a echar en cara que una persona trepe por ella. Pero sí el que, de nuevo, amanezca convertida en un muladar. Y digo yo, que los organizadores algo tendrán que ver en ello. Por acción o por omisión, como es en este caso. Que me evito calificarla de omisión complaciente.

Por eso, lo de aparecer ahora tan preocupados con el Patrimonio no cuela. No solo eso, sino que es el ejercicio más cínico que he visto en mi vida. Hasta el Ayuntamiento de León, que impulsa las obras en la Plaza del Grano, tiene más conciencia que vosotros. Y mira que el Ayuntamiento las ha liado gordas, y para muestra el botón del bario de Santa Ana. A fin de cuentas deja limpia vuestra mierda en tiempo récord, pone vigilancia para evitar más deterioros durante el Entierro de Genarín…, y os ha consentido todo cuanto habéis hecho durante décadas.

Y ya que me despacho a gusto, terminaré diciendo que me parece de lo más paradójico que un acto mil veces calificado de contestatario, alternativo y con su punto anticlerical, se haya organizado en torno a una “Cofradía” cuyos miembros se citan como “hermanos y hermanas”. Nadie pretende entrar en casa ajena a nada, pero cuanto menos resulta de un postizo insoportable.

Sé que no servirá de nada. Que este año los vecinos de medio León se quedarán sin dormir gracias a vosotros. Que la gente que asiste al Entierro volverá a arrasar con todo lo que se encuentre ante su camino. Que se volverá a degradar la muralla romana, la iglesia románica del Mercado y otros bienes de la ciudad. Que la Plaza del Grano volverá a ser un estercolero.

Y todo ello ante vuestra pasividad y vuestra complacencia hipócrita.